sábado, 28 de agosto de 2010

Casas de madera construidas en el barrio Simón Bolívar de Barranquilla

Las coloridas viviendas, hechas de pino curado traído de EE. UU., que entregó el general Rojas Pinilla en esas épocas, son la envidia del sector donde se abren paso las construcciones en cemento.

Como un pesebre, así recuerda Aída Mercado que lucía en los años 60 el barrio Simón Bolívar, uno de los emblemáticos de Barranquilla. En aquella época, el general Gustavo Rojas Pinilla entregó miles de casas de madera pintadas de colores, que muchas personas adquirieron a muy cómodos precios y con largos plazos para pagarlas.

Esta ama de casa fue una de las beneficiarias de este programa presidencial, que sirvió para que de paso se fundara el barrio. Explica que, en ese entonces, por menos de 7.000 pesos adquirió la suya, de color azul y ventanas blancas, con dos cuartos, cocina y un baño, en la que vivió con su esposo y sus nueve hijos.

Sin embargo, hoy se lamenta porque la modernidad y el crecimiento de la familia la fueron obligando a hacerle cambios, aunque sólo en su interior, pues se resiste a reformar la fachada, que continúa en ese mismo pino curado que llegó de Estados Unidos y que hoy luce de color verde.

"¿Qué presidente, en estos tiempos, va a dar casas tan buenas y a esos precios? Hoy me arrepiento de haberla remodelado", manifestó Aída.

Y es que entre el cemento que hoy compone al barrio Simón Bolívar todavía quedan varias de estas casas, unas más reformadas que otras, pero cuyos dueños siguen anhelando los tiempos pasados cuando todo era más tranquilo y no aparecían los embates que trajo la modernidad.

Carmen Gutiérrez es una de las habitantes de este barrio que prefirió mantener su vivienda original, como el mismo día en que su madre, Clementina, ya fallecida, la compró con una módica cuota inicial que no sobrepasó los 2.000 pesos y con mensualidades de 200 pesos. "Esta ciudad ya no es fresca. Lo que pasa es que el cemento sí se calienta", comenta Carmen. La mujer explica que esa y muchas otras han sido las razones para no hacerle cambios y ni siquiera pensar en venderla.

"El piso, el techo, las ventanas, todo lo conservamos como el día en que mamá la compró. El cemento se impone, pero estas casas son la envidia del barrio", agregó Luisa, una de las hermanas de Carmen.

A unas pocas cuadras, entre viviendas modernas que se intercalan con las tradicionales de colores, otro orgulloso de conservarla es Franklin Ospino: "Son casas a las que no se les hace mantenimiento y siguen firmes como hace 50 años. Incluso, vinieron con una tela que las protegía, en caso de incendios", dijo.

En el bulevar de Simón Bolívar, corredor vial por el que hoy circula un alto volumen de tráfico, Adolfo Rodríguez recuerda que en 1957, cuando llegó al barrio, allí aterrizaban y despegaban los aviones del aeropuerto viejo de Barranquilla, conocido como 'de la Lanza'.

Dentro del Colegio José Martí, con las ventanas selladas en el mismo cemento que ha ido desplazando a la exótica arquitectura de este barrio, permanece la vieja torre de control.

Este hombre está acompañado de Idelfonso Bustamente, quien hace 37 años reside en el Simón Bolívar.

Ambos siguen atónitos de las volquetadas de cemento que obreros del Distrito esparcen por el bulevar.

Entre varios tragos de ron, los dos amigos se reconfortan con la excusa de que otro tipo de desarrollo está por llegar al barrio.

ANDRÉS ARTUZ FERNÁNDEZ
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
BARRANQUILLA

Posted via email from Casas de Madera Antuco, Mexico

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